A mi U2 no me ha gustado nunca y los que me conocen lo saben. Bono y su discurso pacifista-conciliador-redentor me caen medio gordos porque se me hacen tendenciosas [reconociendo, por supuesto, la inteligencia de sus representantes y productores]. Pero mis gustos vienen a menos y lo que reconozco con toda honestidad es que la emisión vía streaming de unconcierto a través de YouTube ha sido todo un golazo. No importa la calidad musical de la banda que para mí ha caído en picada justamente por el artificio de la industria musical que saca los moldes para que los artistas se sumerjan y vendan como pan caliente más de lo mismo: U2, Juanes, Coldplay… bien larga si es la listica… más de lo mismo. Pero no importa. O si importa, pero pues no es del caso.
Creo que lo que miles [aún no se si millones] de usuarios de Internet presenciamos esta noche /madrugada revela el poder de este nuevo medio, de esta plataforma que permite cada vez más la apertura de acceso a los contenidos informativos, culturales, académicos, ociosos. Mayor apertura con óptima calidad. Por supuesto que aún queda mucho por resolver: didáctica en uso de nuevas tecnologías de información y comunicación, conectividad… barreras impresionantes se interponen aún en el camino de la expansión del conocimiento y la información. Pero aquí vamos: viendo conciertos por YouTube, gratuitamente, con calidad de audio/imagen sorprendentes, con retrasos de milésimas de segundos, con usuarios conectados en simultánea desde diversas latitudes, con seres críticos o criticones hablando en tiempo real de un mismo asunto a través de redes como Twitter, Identi.ca, Facebook y demás.
Aquí vamos… viendo cómo bandas y artistas que mueven fuertes masas comoArctic Monkeys, NIN, U2, Calle 13, Superlitio y otros más, se apoyan con confianza en herramientas libres para distribuir sus producciones e interactuar con sus seguidores. Ya no dependemos de gobiernos miopes que no prestan un estadio por tráfico de intereses, ya no tenemos que ahorrar la prima y las cesantías para vivir las presentaciones de los artistas soñados. Esto está cambiando. Y claro, no es lo mismo. Yo no soy la más conciertera pero reconozco que no se compara el hecho de estar frente a una pantalla del portátil con poder sentir en la piel los empujones y vibraciones dentro de un estadio o un auditorio y sudar mientras se canta, se brinca, se aplaude. No es lo mismo. Me refiero a que las prácticas están cambiando, las formas de mover la industria cultural también. Nosotros somos los beneficiados, los que somos comunes y corrientes y no vivimos en ciudades europeas donde los escenarios y montajes impresionantes para conciertos abundan. Las alternativas se amplían y las posibilidades de acceso a esos contenidos que están dentro de nuestras preferencias temáticas se expanden para que no nos quedemos por fuera. Es el poder de la información, de su distribución a través de la Red, de la interactividad que minimiza los obstáculos entre creadores/consumidores. Esto está cambiando y me parece bien.
¿Quién sigue?… ¿Qué sigue?…